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Maximiliano Boso De la Redacción de LA NACION Jueves 16 de agosto de 2007 | Publicado en la Edición impresa
Primero fue en el torneo de Buenos Aires, el inaugural en la cuenta personal de Mónaco. Antes de Roland Garros, cuando ganó en Pörtschach, el tandilense lo repitió. En las charlas por los pasillos del Abierto francés, su entrenador, Francisco Mastelli, lo ratificaba. Pero tiempo más tarde, Pico se quedó con el trofeo en Kitzbühel. Y otra vez las mismas razones para los triunfos, a esas alturas, repetidos, afortunadamente no tan sorprendentes. "Encontré una identidad de juego. Ahora mi tenis es mucho más agresivo", decía Mónaco. Lo dice: después de su resonante triunfo de ayer frente al español Rafael Nadal, N° 2 del mundo, los argumentos no cambiaron un ápice.
Pico utiliza estos términos para hablar de una temporadea que marcó su despegue en el circuito profesional. El gran objetivo, ése que se demoró un poco más de lo esperado por el talento que siempre se le reconoció, pero no por edad: su calendario marca 23 años, un buen momento para empezar a vivir tiempos de plenitud.
La temporada no terminó y, aunque el cemento no es la superficie en la que mejor se siente, él mismo es una repetida muestra de que la confianza juega un papel determinante en la vida de un tenista. Porque Nadal se retiró por una lesión, es cierto. Pero Mónaco afrontó en el primer set una lucha de igual a igual y cuando tuvo que rematar la faena no le pesó la valía del adversario y la condición de amigo del español.
Y lo de la confianza de Mónaco viene a cuento en un momento en el que Guillermo Coria se debate entre volver y no volver, en el que Gastón Gaudio deja a un lado todo su orgullo de ex campeón de Roland Garros para intentar resurgir -por ahora sin éxito- desde la base de los Challengers. Un momento en el que David Nalbandian, en esta misma semana, admitió que perdió "la confianza".
Mónaco mostró también el valor que puede tener un cuerpo técnico. No es algo determinante para todos, pero evidentemente para él sí. Entre Pancho Mastelli y Nacho Menchón lo tienen bien afilado. Y él confía en ellos.
Para Mónaco, Mariano Zabaleta es como un hermano mayor, alguien que lo guió y lo aconsejó siempre. Otro tandilense como él. Otro de la escuela que en Independiente de esa ciudad empieza a forjar un gran formador como Marcelo Gómez, por las manos de quien pasaron ellos dos y Juan Martín del Potro, entre otros. Una escuela que también tiene representantes en los Challengers. Y que es un ejemplo de los frutos que da el trabajo a conciencia.
El argentino Juan Mónaco ganó a su compatriota Agustín Calleri, alcanzó los octavos del US Open e iguala su mejor registro en un Grand Slam.
EFE
Pico siente que ya cumplió su principal objetivo
NUEVA YORK -- El argentino Juan Mónaco ganó a su compatriota Agustín Calleri por 7-6 (4), 6-2 y 6-4 y alcanzó los octavos de final del Abierto de Estados Unidos e iguala su mejor registro en un Grand Slam, cuando obtuvo el mismo resultado en el último Roland Garros.
"Estoy muy contento. Llegué a la segunda semana que era una meta que tenía antes del comienzo del torneo. No estoy aún al cien por cien y ojalá lo logre en el próximo partido", indicó el jugador sudamericano, que en octavos de final se medirá al serbio Novak Djokovic o a su compatriota Juan Martín del Potro.
"Cualquiera será un rival fuerte y que ofrecerá un partido complicado. Pero me encuentro bien y aún aspira a más aquí", añadió el tenista sudamericano, el segundo argentino que alcanza los octavos de final junto con Juan Ignacio Chela, que superó al croata Ivan Ljubicic.
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